Friday, February 23, 2007
Adagios
"El misterio es salud"
Chesterton
"En el arte como en el amor, la ternura es lo que da la fuerza"
Oscar Wilde
"En literatura lo importante no son las ideas sino la forma de las ideas"
Jorge Luis Borges
"La violencia es el miedo a los ideales de los demás"
Salvador Dalí
Misión de la Literatura
Autor clásico taoísta chino, traducción de Octavio Paz, Trazos, 1974
Todo resuena, apenas se rompe el equilibrio de las cosas. Los árboles y las yerbas son silenciosas; el viento las agita y resuenan. El agua está callada: el aire las mueve, y resuena; las olas mugen: algo las oprime; la cascada se precipita: le falta suelo; el lago hierve: algo lo calienta. Son mudos los metales y las piedras, pero si algo los golpea, resuenan. Así el hombre. Si habla, es que no puede contenerse; si se emociona, canta; si sufre, se lamenta. Todo lo que sale de su boca en forma de sonido se debe a una ruptura de su equilibrio. La música nos sirve para desplegar los sentidos comprimidos en nuestro fuero interno. Escogemos los materiales que más fácilmente resuenan y con ellos fabricamos instrumentos sonoros: metal y piedra, bambú y seda, calabazas y arcilla, piel y madera. El cielo no procede de otro modo. También él escoge aquello que más fácilmente resuena: los pájaros de primavera; el trueno en verano; los insectos en otoño; el viento en invierno. Una tras otra, las cuatro estaciones se persiguen en una cacería que no tiene fin. Y su continuo transcurrir ¿no es también una prueba de que el equilibrio cósmico se ha roto? Lo mismo sucede entre los hombres; el más perfecto de los sonidos humanos es la palabra; la literatura, a su vez, es la forma más perfecta de la palabra. Y así, cuando el equilibrio se rompe, el cielo escoge entre los hombres a aquellos que son más sensibles, y los hace resonar.
Autobiografía, por Roberto Arlt
He nacido el 7 de abril del año 1900.
He cursado las escuelas primarias hasta el tercer grado. Luego me echaron por inútil.
Fui alumno de la escuela de mecánica de la armada. Me echaron por inútil.
De los 15 a los 20 practiqué todos los oficios. Me echaron por inútil de todas partes.
A los 22 escribí el juguete rabioso, novela. Durante cuatro años fue rechazada por todas las editoriales. Luego encontré un editor inexperto.
Actualmente tengo terminada la novela Los siete locos. Me sobran editores.
Lecturas actuales: Quevedo, Dickens, Dostoievsky y Proust.
Curiosidades: me interesan entre las mujeres deshonestas, las vírgenes, y entre el gremio de los canallas, los charlatanes, los hipócritas y los hombres honrados.
Certidumbre dolorosa: creo que jamas será superado el feroz servilismo y la inexorable crueldad de los hombres de este siglo.
Creo que a nosotros nos ha tocado la horrible misión de asistir al crepúsculo de la piedad, y que no nos queda otro remedio que escribir deshechos de pena, para no salir a la calle a tirar bombas o a instalar prostíbulos. Peor, la gente nos agradecería más esto último.
El hombre en general me da asco, y tengo como única virtud el no creer en mi posible valor literario sino cinco minutos por día.
He cursado las escuelas primarias hasta el tercer grado. Luego me echaron por inútil.
Fui alumno de la escuela de mecánica de la armada. Me echaron por inútil.
De los 15 a los 20 practiqué todos los oficios. Me echaron por inútil de todas partes.
A los 22 escribí el juguete rabioso, novela. Durante cuatro años fue rechazada por todas las editoriales. Luego encontré un editor inexperto.
Actualmente tengo terminada la novela Los siete locos. Me sobran editores.
Lecturas actuales: Quevedo, Dickens, Dostoievsky y Proust.
Curiosidades: me interesan entre las mujeres deshonestas, las vírgenes, y entre el gremio de los canallas, los charlatanes, los hipócritas y los hombres honrados.
Certidumbre dolorosa: creo que jamas será superado el feroz servilismo y la inexorable crueldad de los hombres de este siglo.
Creo que a nosotros nos ha tocado la horrible misión de asistir al crepúsculo de la piedad, y que no nos queda otro remedio que escribir deshechos de pena, para no salir a la calle a tirar bombas o a instalar prostíbulos. Peor, la gente nos agradecería más esto último.
El hombre en general me da asco, y tengo como única virtud el no creer en mi posible valor literario sino cinco minutos por día.
Para hacer un poema dadaísta, por Tristan Tzara
Tome un periódico.
Tome unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.
Tome unas tijeras.
Escoja en el periódico un artículo de la longitud que cuenta darle a su poema.
Recorte el artículo.
Recorte en seguida con cuidado cada una de las palabras que forman el artículo y métalas en una bolsa.
Agítela suavemente.
Ahora saque cada recorte uno tras otro.
Copie concienzudamente en el orden en que hayan salido de la bolsa.
El poema se parecerá a usted.
Y es usted un escritor infinitamente original y de una sensibilidad hechizante, aunque incomprendida del vulgo.
Epifanías
“Años de práctica constante en el ejercicio de la propia bondad, sin un poco de egoísmo para defenderse. Ese egoísmo tan necesario aún con los que amamos. Un elefante en un bazar, así se comportan los otros con uno mismo cuando la cristalería del alma no está suficientemente protegida”
de ”Ganarse la Muerte”, Griselda Gambado
“Todo amor tiene su instante inaugural, su big bang privado, pero que es por definición un comienzo perdido, del que los amantes, por perspicaces que sean, nunca son contemporáneos”
de “El Pasado”, Alan Pauls
“Qué es el insomnio sino la obstinación maníaca de nuestra inteligencia en fabricar pensamientos, razonamientos, silogismos y definiciones que le pertenezcan plenamente, qué es sino su negativa de abdicar a favor de la divina estupidez de los ojos cerrados o de la sabia locura de los ensueños”
de “Memorias de Adriano!, Marguerite Yourcenar
de ”Ganarse la Muerte”, Griselda Gambado
“Todo amor tiene su instante inaugural, su big bang privado, pero que es por definición un comienzo perdido, del que los amantes, por perspicaces que sean, nunca son contemporáneos”
de “El Pasado”, Alan Pauls
“Qué es el insomnio sino la obstinación maníaca de nuestra inteligencia en fabricar pensamientos, razonamientos, silogismos y definiciones que le pertenezcan plenamente, qué es sino su negativa de abdicar a favor de la divina estupidez de los ojos cerrados o de la sabia locura de los ensueños”
de “Memorias de Adriano!, Marguerite Yourcenar
Friday, February 09, 2007
Sobre "El Instante de mi muerte" y "La locura de la Luz", de Maurice Blanchot
Si toda comunicación es imposible, según la opinión de Lacan, poner en palabras lo indecible puede suponerse como idea análoga, cuando no similar. Aún así, este es el objetivo del arte, por lo menos a eso aspira la teoría del arte a la cual adhiero. Y estos dos textos, pequeños en tamaño e inmensos en concentración de sentido, son una acabada muestra de tal.
Un fusilamiento interrumpido provoca o confirma que la víctima ya está muerta, como si la muerte se mirase en el espejo de ese hombre que ante la inminencia de la finitud, encuentra de repente un sentido a su vida y siente una especie de “liviandad”, una liviandad que lo acompañará de allí en adelante: la muerte como espera, una amistad subrepticia que deja su impronta, una tregua en el sin sentido de la existencia. Esto se cuenta en “El instante de mi muerte”, los hechos transcurren en Francia, cuando los aliados ya han desembarcado. Y el perpetrador de este “despertar” es la guerra, la autoridad cruel de los vencedores que imponen la muerte para unos y la vida para otros, en este caso, el protagonista no es fusilado por la distracción de los ejecutores ante una batalla cercana y por creer a la posible víctima, perteneciente a una clase noble. La muerte y su simulacro, unidas en un brevísimo instante por la autoridad, esa autoridad que se respira también en el segundo texto, pero esta vez, quien somete al otro es la institución médica, que intenta encontrar en el paciente una ratificación a sus hipótesis: “se lanzaban sobre mis recortes de pensamiento” “interpelaban mi historia” dice el protagonista, mientras los “reyes” enloquecen tanto como él: ¿dónde está usted? ¿dónde se esconde?
Así, el silencio del examinado no es más que la causa última, un silencio que grita, las palabras se vuelven sobre sí y multiplican sus significados, la muerte, la vida, la ley, que provoca al desfasado dejándole tocar una rodilla, se re-componen en otras formas distintas a las establecidas, creando algo nuevo: literatura
¿Qué importa atender el teléfono, leer, ver a los demás pacientes dormirse luego de la administración de la ¿medicina?, si los ojos duelen ante la luz reveladora?¿Si esa luz promete que el peso de la vida no será para siempre?
“Cuéntenos como ha pasado todo “exactamente”, ordenan los médicos. El paciente los mira, se pregunta por qué no pueden entender su nulidad, su extrañamiento, entonces comienza, con esa mirada kafkiana que tiene de si mismo: “Yo no soy sabio ni ignorante. He conocido alegrías. Decir esto es demasiado poco…”
Otro relato, a pesar suyo.
Gustavo Di Pace
comentario aparecido en CAM (Cultura Argentina para Medios): www.cam-agencia.com.ar
Un fusilamiento interrumpido provoca o confirma que la víctima ya está muerta, como si la muerte se mirase en el espejo de ese hombre que ante la inminencia de la finitud, encuentra de repente un sentido a su vida y siente una especie de “liviandad”, una liviandad que lo acompañará de allí en adelante: la muerte como espera, una amistad subrepticia que deja su impronta, una tregua en el sin sentido de la existencia. Esto se cuenta en “El instante de mi muerte”, los hechos transcurren en Francia, cuando los aliados ya han desembarcado. Y el perpetrador de este “despertar” es la guerra, la autoridad cruel de los vencedores que imponen la muerte para unos y la vida para otros, en este caso, el protagonista no es fusilado por la distracción de los ejecutores ante una batalla cercana y por creer a la posible víctima, perteneciente a una clase noble. La muerte y su simulacro, unidas en un brevísimo instante por la autoridad, esa autoridad que se respira también en el segundo texto, pero esta vez, quien somete al otro es la institución médica, que intenta encontrar en el paciente una ratificación a sus hipótesis: “se lanzaban sobre mis recortes de pensamiento” “interpelaban mi historia” dice el protagonista, mientras los “reyes” enloquecen tanto como él: ¿dónde está usted? ¿dónde se esconde?
Así, el silencio del examinado no es más que la causa última, un silencio que grita, las palabras se vuelven sobre sí y multiplican sus significados, la muerte, la vida, la ley, que provoca al desfasado dejándole tocar una rodilla, se re-componen en otras formas distintas a las establecidas, creando algo nuevo: literatura
¿Qué importa atender el teléfono, leer, ver a los demás pacientes dormirse luego de la administración de la ¿medicina?, si los ojos duelen ante la luz reveladora?¿Si esa luz promete que el peso de la vida no será para siempre?
“Cuéntenos como ha pasado todo “exactamente”, ordenan los médicos. El paciente los mira, se pregunta por qué no pueden entender su nulidad, su extrañamiento, entonces comienza, con esa mirada kafkiana que tiene de si mismo: “Yo no soy sabio ni ignorante. He conocido alegrías. Decir esto es demasiado poco…”
Otro relato, a pesar suyo.
Gustavo Di Pace
comentario aparecido en CAM (Cultura Argentina para Medios): www.cam-agencia.com.ar
Cómo ser un gran escritor
tienes que cogerte a muchas mujeres bellas mujeres,
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay,
está bien
igual.
Charles Bukowski
y escribir unos pocos poemas de amor decentes
y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos.
Sólo toma más cerveza, más y más cerveza.
Anda al hipódromo por lo menos una vez
a la semana
y gana
si es posible.
aprender a ganar es difícil,
cualquier pendejo puede ser un buen perdedor.
y no olvides tu Brahms,
tu Bach y tu
cerveza.
no te exijas.
duerme hasta el mediodía.
evita las tarjetas de crédito
o pagar cualquier cosa en término.
acuérdate de que no hay un pedazo de culo
en este mundo que valga más de 50 dólares
(en 1977).
y si tienes capacidad de amar
ámate a ti mismo primero
pero siempre sé consciente de la posibilidad de
la total derrota
ya sea por buenas o malas razones.
un sabor temprano de la muerte no es necesariamente
una mala cosa.
quédate afuera de las iglesias y los bares y los museos
y como las arañas, sé
paciente,
el tiempo es la cruz de todos.
más
el exilio
la derrota
la traición
toda esa basura.
quédate con la cerveza,
la cerveza es continua sangre.
una amante continua.
agarra una buena máquina de escribir
y mientras los pasos van y vienen
más allá de tu ventana
dale duro a esa cosa,
dale duro.
haz de eso una pelea de peso pesado.
haz como el toro en la primer embestida.
y recuerda a los perros viejos,
que pelearon tan bien:
Hemingway, Celine, Dostoievski, Hamsun.
si crees que no se volvieron locos en habitaciones minúsculas
como te está pasando a ti ahora,
sin mujeres
sin comida
sin esperanza...
entonces no estás listo
toma más cerveza.
hay tiempo.
y si no hay,
está bien
igual.
Charles Bukowski